Las emisoras de números, o Spy numbers

Las emisoras de números, también denominadas estaciones numéricas, son emisoras de radio de onda corta de origen incierto. En general transmiten voces leyendo secuencias de números, palabras, o letras (a veces utilizando un alfabeto fonético).

Las voces que se oyen en estas emisoras son muchas veces generadas mecánicamente, vienen en una gran variedad de idiomas, y normalmente son femeninas; aunque a veces se usan voces masculinas o infantiles.

Las pruebas apoyan las suposiciones populares de que estas emisoras son canales de comunicación para factorizar mensajes espías. Esto no ha sido reconocido públicamente por ningún gobierno que pueda operar una emisora de números, aunque ha habido un caso de procesamiento público al espionaje de una emisora de números cubana por un tribunal estadounidense.

Las emisoras de números aparecen y desaparecen a lo largo del tiempo (aunque algunas siguen horarios regulares), y su actividad total ha aumentado ligeramente desde principios de los años 1990. Este aumento sugiere que, como fenómenos relacionados con el espionaje, no fueron únicas a la guerra fría.

Las características de estas emisoras son muy variadas. Algunas siguen horarios estrictos, mientras que otras emiten a momentos aparentemente aleatorios. Las voces pueden leer números, letras, palabras, tonadas, o código morse. La voz que lee la información puede ser automática o producida en el momento, de una persona joven o vieja, masculina o femenina. El uso de distintos idiomas para transmitir la información no necesariamente indica el origen del mensaje; espías franceses, por ejemplo, pueden ser hábiles con los numerales chinos, que se usan sin embargo para enviar un mensaje en francés.

El uso de géneros musicales específicos puede también ser un intento de distraer a las personas de la idea de que estas emisoras tienen propósitos de espionaje. Alguien que oiga música extraña junto con una niña leyendo números podría, por ejemplo, tomar una tal transmisión por una niña jugando con la radio; sin embargo, el oyente experto notará que tales números son leídos de manera idéntica, como cuando se marca un número equivocado en el teléfono y una máquina anuncia que el número no ha sido reconocido.

Desde hace mucho se ha especulado, y en un caso acusado, que dichas emisoras funcionan como un método simple e infalible para que las agencias gubernamentales se comuniquen con sus agentes secretos. Según esta teoría, los mensajes vienen cifrados con una libreta de un solo uso, para evitar cualquier posibilidad de descifrado por un enemigo. Como prueba, estas emisoras han cambiado detalles de su programación o hecho transmisiones no programadas coincidiendo con sucesos políticos extraordinarios, como el golpe de estado soviético de 1991.

Otros especulan que algunas de estas emisoras se usan para operaciones de narcotráfico. A diferencia de las gubernamentales, las emisoras de los narcotraficantes deberían tener menos potencia y no funcionar regularmente, para evitar ser localizadas por triangulación y atacadas posteriormente. Estas emisoras, sin embargo, han operado impunemente durante décadas, por lo que se supone que sólo son operadas o patrocinadas por los distintos gobiernos. Por otro lado, las transmisiones en bandas internacionales de onda corta requieren de altos niveles de potencia eléctrica, inaccesibles para ranchos, granjas o plantaciones de narcóticos en regiones aisladas.

Cuando hicieron prisionero al Che Guevara, llevaba encima un papel con texto codificado en bloques de 5 números, característico de la codificación de Vernam. Es así como se comunicaba con Fidel Castro.

La codificación de Verman está formada por un algoritmo de sumas y restas, para las cuales se necesitan una clave específica y asi poder hacer las operaciones necesarias para descifrar el contenido del mensaje. Una vez que se tiene esa clave o ese cuadro de claves, conocer el mensaje cifrado no es excesivamente difícil. 

El método Vernam fue utilizado durante la segunda guerra mundial por espías de diversas nacionalidades, a los que se les daba una secuencia binaria aleatoria con la recomendación de utilizarla con un único proceso de cifrado.